Las pruebas que EE.UU. "No posee" contra Posada



Por considerarlo de interés, la redacción de En Línea, reproduce el siguiente artículo remirido por Sonia Hernández Camacho, Tercera Secretaria de la Oficina de Prensa y Cultura de la Embajada de Cuba en República Dominicana.


LAS PRUEBAS QUE EE. UU. "NO POSEE" CONTRA POSADA.

POR GABRIEL MOLINA
La encargada de asuntos legales de la misión estadounidense, Caroline Wilson, respondió a la demanda formulada el martes 18 por Venezuela y Cuba en el Consejo de Seguridad de la ONU, para la extradición del terrorista Luis Posada Carriles, que "no hay suficientes pruebas de que cometió el delito de que se le acusa".
Notimex informó que los delegados de esos dos países latinoamericanos se enfrentaron con la delegación de Estados Unidos en la sesión de su Comité Contra el Terrorismo. La agencia mexicana anotó desde Nueva York: "Según Cuba, Posada Carriles es un terrorista que participó en el derribo de un avión de Cubana de Aviación en 1976, en el que murieron 73 personas, y es el responsable de la colocación de bombas en centros turísticos de La Habana en 1997. Sin embargo, el siguiente párrafo admite, sin atribuirlo a Cuba, que Posada "fue juzgado y encontrado culpable del atentado de 1976, escapó de una cárcel venezolana y llegó a Estados Unidos…"
La contradicción es más aparente que real, pues la rara semántica de las agencias de noticias sigue la pauta trazada por los medios de Estados Unidos, para los cuales es simplemente "el anticastrista Luis Posada Carriles", a pesar de las decenas de años de esfuerzos de éste por construir su pedigrée terrorista.
Los medios no tienen archivos. O bien no los usan. Hace ahora dos años, el 27 de marzo del 2006, el Servicio de Inmigración y Control de Aduana de Estados Unidos en Miami se negaba a poner en libertad a Posada, pues su largo historial de acciones criminales y violencia …" representaría un peligro tanto para la seguridad de la comunidad como de la nación''.
La información sobre las acciones de Posada es tan profusa que moverían a risa los juegos malabares para referirse a él, sino fuera por la siniestra estela que esconden. Recuerdo cuando los gobiernos de Centroamerica recibieron una advertencia contra el terrorista nada menos que del Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en agosto 1998.
Ese mes funcionarios de la CIA y del Departamento de Estado de EE.UU. dieron a conocer a los presidentes centroamericanos un sorprendente mensaje de su gobierno.
Varios periódicos de la región se hicieron eco del insólito mensaje. El diario El Nuevo Herald reproducía textualmente en septiembre 30 las palabras de los enviados del gobierno: "No es un protegido de Estados Unidos, pese a haber trabajado para la CIA en los años 60 y para la campaña de Oliver North de apoyar a los rebeldes antisandinistas de Nicaragua con ayuda desde El Salvador entre 1986 y 1988. Washington espera que los funcionarios locales investiguen los ataques y conspiraciones anticastristas de Posada, y lo encausen de ser posible."
Y añadía: "Posada ha vivido casi abiertamente en Centroamérica desde hace 13 años, e inclusive ha trabajado para ex presidentes de El Salvador y Guatemala, aunque es un fugitivo buscado por haber puesto presuntamente una bomba en un avión cubano que costó la vida de 73 personas. Recientemente admitió haber organizado las bombas que explotaron en La Habana el año pasado".
Ciertamente el gobierno no las tenía todas consigo. En esos días, las revelaciones de Carriles al New York Times habían sembrado la alarma. Uno de los puntos fuertes y a la vez débiles de la propaganda norteamericana, el terrorismo, había sido usado para fines inconfesables por órdenes de la CIA, según confesaba este conocido oficial de la Agencia. Era necesario tomar distancia.
El mensaje aludía por tanto a "la fuerte oposición de Estados Unidos a la realización de actos terroristas contra Cuba... Nos gustaría que [los dirigentes centroamericanos] tomaran acciones policiales contra las personas o grupos que estén realizando semejantes actos desde su territorio", dijo un funcionario al Herald en septiembre.
Los oficiales de Seguridad en Honduras y El Salvador confirmaron al periodista Glenn Garvin que los diplomáticos y funcionarios de la CIA norteamericanos asignados a las embajadas locales comenzaron a transmitir enérgicas advertencias sobre Posada a mediados de agosto de ese año 98.
"Obviamente, era un mensaje duro'', comentó un funcionario de seguridad en Honduras. Pero ¿qué ocurrió entonces? Posada escapó de una cárcel venezolana en 1985 donde cumplía sanción por la bomba en un jet cubano que costó la vida de las 73 personas a bordo. Luego se asentó en El Salvador, aunque también ha vivido en Guatemala y Honduras.
En julio del 98 el Herald se refería a la entrevista al NYT donde Posada reconoció haber contratado al salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León, arrestado en Cuba en 1997, quien confesó haber puesto media docena de bombas en centros turísticos de La Habana. Otros reportes del diario floridano también lo han vinculado con intentos de contratar guatemaltecos para hacer estallar bombas en Cuba ese 1997 y con otros esfuerzos para matar a Fidel en Colombia, Venezuela y en República Dominicana.
TIMES: FBI NO INVESTIGO LOS PLANES DE ATENTADO
El Times no se limitó en esa oportunidad. Fue más lejos y destapó las denuncias del ingeniero cubanoamericano de 65 años Antonio Jorge Alvarez (Tony), quien dirigió las actividades de WRB Enterprises en Guatemala, en contacto con Posada Carriles y otros terroristas de origen cubano.
El ingeniero dijo al New York Times en esos días que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) no investigó a fondo las denuncias de que se preparaba un atentado contra Fidel, en la Cumbre Iberoamericana en isla Margarita, en Venezuela.
"He arriesgado mi negocio y mi vida, y ellos no hicieron nada'', declaró Alvarez, quien reside en Greenville, Carolina del Sur. Indicó que en 1997 informó a los servicios de Inteligencia de Guatemala y Venezuela, y al FBI, de que Posada y un grupo de personas que entonces trabajaban en su fábrica, preparaban atentados contra el Presidente de Cuba y una campaña de bombas contra hoteles turísticos dentro de la isla.
La reacción de las autoridades venezolanas fue inmediata. Expulsaron a todos los cubanos que llegaron a Margarita para la cumbre que se celebró en noviembre y registraron con mucho cuidado las instalaciones en busca de armas y explosivos.
Posada había trabajado como jefe de operaciones del servicio de Inteligencia venezolano, antes de ser condenado por el atentado contra un avión de pasajeros cubano que salía de Barbados en 1976. En 1985 escapó de la prisión con la ayuda de Jorge Mas Canosa, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), según confesó Carriles.
Sin embargo, la reacción de Estados Unidos fue "sorprendentemente indiferente'', agrega el diario, el cual confirma que un agente se puso en contacto desde Miami con Alvarez, pero nunca el FBI ni la Agencia Central de Inteligencia (CIA) le interrogaron sobre la información que decía tener.
"Me dijeron que mi vida estaba en peligro, que era gente muy peligrosa y que abandonara Guatemala. Nunca volví a saber nada de ellos'', declaró Alvarez.
Justo antes de la Cumbre, la Guardia Costera de Estados Unidos detuvo en Puerto Rico una embarcación con cuatro hombres y el líder del grupo, Angel Alfonso Alemán, de Union City, aseguró que tenían la misión de matar a Fidel en isla Margarita.
Las investigaciones posteriores confirmaron que el bote era propiedad de dirigentes de la FNCA, y que una de las armas estaba registrada a nombre del presidente de Mas Canosa.
En entrevista también con el diario norteamericano, Posada explicó conocer a Alemán desde 1991, pero aseguró no tener nada que ver con este complot .
The New York Times escribió que si el FBI hubiera entrevistado al empresario Alvarez, hubiese conocido como Posada planeaba los atentados y conocido las conexiones entre este grupo y otros de exiliados cubanos en Union City, Nueva Jersey.
En la entrevista al Times, Posada describió al agente del FBI que llamó a Alvarez, Jorge Kiszinski, como "un muy buen amigo'' al que conoce desde hace tiempo, y consideró que no investigaron más por las buenas relaciones que mantenía.
En la carta que mandó a las autoridades guatemaltecas alertando del complot, y que llegó a manos del FBI, Alvarez explica que dos de sus empleados, el exiliado cubano José Francisco (Pepe) Alvarez y el militar retirado guatemalteco José Burgos, habían conversado al respecto con Posada.
Y no sólo eso. Señala haber visto cómo Posada les entregaba mucho dinero para que compraran detonadores y relojes para la fabricación de artefactos explosivos, y observado en su posesión explosivos plásticos fabricados para el Ejército mexicano.
En otra ocasión, conoció a otros dos individuos guatemaltecos, Marlon González y Jorge Rodríguez, quienes, según reconoció más tarde Posada, eran los encargados de fabricar las bombas que fueron utilizadas en La Habana en abril de 1997.
Posada dice que tardó "uno o dos meses'' en organizar todos los atentados, e insinuó que el material fue introducido en la isla utilizando la visita de un circo mexicano y a un mecánico de la aerolínea Aviateca que vuela a La Habana, entre otros métodos.
Alvarez también interceptó un fax de `Solo', uno de los nombres de guerra de Posada, que reproduce el diario, en el cual se muestra frustrado porque los diarios estadounidenses no están publicando la campaña de bombas contra los hoteles de la isla.
"Necesito todos los datos de la discoteca para tratar de confirmarlo. Si no hay publicidad no hay pago. Espero noticias hoy mismo. Mañana estaré fuera dos días. Reciban un saludo. Solo'', dice el fax enviado en agosto del 97 y que fue obtenido por The New York Times de fuentes venezolanas.
Después de todo eso, uno podría preguntarse por qué tanto el gobierno del presidente George Bush II, como los medios, son tan indulgentes con Posada. Esa actitud está relacionada con la actividad del grupo encabezado por el entonces Vicepresidente de Estados Unidos, George Bush I, que para aplastar a la revolución nicaragüense, desarrolló el despreciable canje de armas de armas por drogas. La coca de los traficantes colombianos adquirida por la CIA y los cubanos Posada Carriles y Felix Rodríguez, tenía, como objetivo secundario, corromper a los afroamericanos de Los Angeles. El director de la CIA se las vió negras cuando tuvo que comparecer ante vecinos de un barrio de esa ciudad norteamericana para tratar de explicarlo.
EL TIMES USÓ A LA CIA PARA INVESTIGAR A MAS CANOSA
El diario reveló que había utilizado los expedientes que CIA y el FBI tienen acerca de Jorge Mas Canosa, el fallecido líder de la Fundación Nacional Cubano Americana, y sobre Luis Posada Carriles como fuentes para la serie de reportajes en los que se revelan las estrechas relaciones entre ambos personajes.
El Times aseguró que sus fuentes incluyen también el testimonio de cerca de 100 personas, 13 horas grabadas de entrevistas y conversaciones con Posada, archivos de inteligencia, declaraciones juradas, la autobiografía de Posada e incluso documentos suyos firmados de puño y letra.
El diario reiteró su "apoyo y confianza'' en los autores de los artículos, el corresponsal en Miami Larry Rohter y la periodista independiente Ann Louise Bardach.
Posada Carriles afirmó en los reportajes haber recibido dinero para sus actividades de la FNCA y su fallecido líder, Mas Canosa. Jorge Mas Santos, el hijo mayor de Mas Canosa, convocó a una rueda de prensa al día siguiente de publicarse los dos reportajes, en la cual "rechazó las alegaciones y acusó a los periodistas del Times de fundamentar sus reportajes en una fuente sin credibilidad."
Un ejecutivo del New York Times dijo 24 horas después que el diario no se retractaría de los reportajes.
"No creo que haya que responder o aclarar algo'', dijo el subdirector Bill Keller a El Nuevo Herald. "La historia habla por sí sola y estamos muy contentos con nuestros reporteros. (Larry Rohter, corresponsal del diario en Miami, y Ann Louise Bardach, reportera independiente.) Han hecho un excelente trabajo''.