MI REFLECCIÓN EN EL DIA DEL PERIODISTA.
Aún recuerdo los noticieros, en mis años mozos, que desafiando el clima imperante de libertad mediatizada en nuestro país, no cejaban informando y denunciando a los oyentes de las atrocidades cometidas.
Recuerdo que cuando en la universidad me preguntaban por qué estudiaba periodismo, con seguridad y carácter firme respondía: Es el arte de defender la verdad.
En las aulas y en mi incursión en esa profesión, reforcé mi concepción de lo que es ser periodista.
La lucha, la defensa, la valentía, el coraje, de buscar lo oculto, lo incierto, lo sombrío, lo falto de claridad, las injusticias, vileza, maldad, lo desconocido, lo ilegal, lo cuestionable, lo controvertido, lo desordenado, para darlo a la luz pública, informarlo con responsabilidad, develar la falsedad y velar por su corrección, organizar bien la realidad para que todo el pueblo la entienda; manteniéndonos incólumes ante cualquier intento de soborno, chantaje, perversión, amenaza o intimidación que siempre auspician los corruptos, los corruptores y la corrupción. Manteniéndonos firmes, indoblegables, apegados siempre a la verdad por encima de cualquier circunstancia, acompañados siempre del respeto y llevando como estandarte la ética profesional, normativa de nuestra conducta, moral e impostergables obligaciones.
Tarea harto difícil, sobre todo en nuestros pueblos donde la corrupción, con ribetes de poderes, campea por sus fueros a costa de la miseria humana que ha ganado tanto espacio en todas las instancias.
El periodismo es una actividad inspiradora por la valentía, el arrojo, el coraje, la responsabilidad. Quienes la ejercemos tenemos un compromiso ineludible con la sociedad; cuando esta honrosa profesión la atamos a vanos intereses, se corrompe, se mutila, se extingue, se apaga. Entonces laceramos la sociedad, perjudicando a los más nobles intereses de la colectividad. Cuando esto ocurre ya no merecemos llamarnos periodistas, pues adoptamos la actitud deshonrosa de mercaderes. El periodismo no se comercializa.
Hoy, nuestra profesión está asechada por la improvisación, la rapidez estresante de la publicación, la competencia, la poquedad de tiempo, de incentivos y de apoyo logístico para investigar, en contraposición con la presión para ganar primacías con las primicias, elementos que no se corresponden con la remuneración a ras del suelo y las extravagantes jornadas de trabajo.
Hoy, el periodismo ha ido perdiendo mucha credibilidad y mucho tienen que ver los improvisados “los picapica” y otra parte de culpa la tenemos los profesionales y los organismos y gremios que aglutina a nuestra clase, que no aplican medidas correctivas ante este despreciable mal, y la otra parte corresponde a los dueños y funcionarios de medios que convierten la ardua actividad periodística en pura mercancía, enmarcando la información en la mesa de ofertas y demandas, haciendo que impere la entelequia, morbosidad, la violencia, el desafuero, la impunidad, lo sensacionalista, lo escandaloso. Irrespetan el trabajo cercenando y envileciendo la información, acomodándola a intereses espurios.
Nuestros tiempos demandan de un ejercicio periodístico ejemplarizante, serio, honesto, acucioso, valiente y responsable.
¡! Feliz día!! Colegas Periodistas
LIC. FÉLIX GONZÁLEZ
Montecristi, R. D.
5 abril 2008
Aún recuerdo los noticieros, en mis años mozos, que desafiando el clima imperante de libertad mediatizada en nuestro país, no cejaban informando y denunciando a los oyentes de las atrocidades cometidas.
Recuerdo que cuando en la universidad me preguntaban por qué estudiaba periodismo, con seguridad y carácter firme respondía: Es el arte de defender la verdad.
En las aulas y en mi incursión en esa profesión, reforcé mi concepción de lo que es ser periodista.
La lucha, la defensa, la valentía, el coraje, de buscar lo oculto, lo incierto, lo sombrío, lo falto de claridad, las injusticias, vileza, maldad, lo desconocido, lo ilegal, lo cuestionable, lo controvertido, lo desordenado, para darlo a la luz pública, informarlo con responsabilidad, develar la falsedad y velar por su corrección, organizar bien la realidad para que todo el pueblo la entienda; manteniéndonos incólumes ante cualquier intento de soborno, chantaje, perversión, amenaza o intimidación que siempre auspician los corruptos, los corruptores y la corrupción. Manteniéndonos firmes, indoblegables, apegados siempre a la verdad por encima de cualquier circunstancia, acompañados siempre del respeto y llevando como estandarte la ética profesional, normativa de nuestra conducta, moral e impostergables obligaciones.
Tarea harto difícil, sobre todo en nuestros pueblos donde la corrupción, con ribetes de poderes, campea por sus fueros a costa de la miseria humana que ha ganado tanto espacio en todas las instancias.
El periodismo es una actividad inspiradora por la valentía, el arrojo, el coraje, la responsabilidad. Quienes la ejercemos tenemos un compromiso ineludible con la sociedad; cuando esta honrosa profesión la atamos a vanos intereses, se corrompe, se mutila, se extingue, se apaga. Entonces laceramos la sociedad, perjudicando a los más nobles intereses de la colectividad. Cuando esto ocurre ya no merecemos llamarnos periodistas, pues adoptamos la actitud deshonrosa de mercaderes. El periodismo no se comercializa.
Hoy, nuestra profesión está asechada por la improvisación, la rapidez estresante de la publicación, la competencia, la poquedad de tiempo, de incentivos y de apoyo logístico para investigar, en contraposición con la presión para ganar primacías con las primicias, elementos que no se corresponden con la remuneración a ras del suelo y las extravagantes jornadas de trabajo.
Hoy, el periodismo ha ido perdiendo mucha credibilidad y mucho tienen que ver los improvisados “los picapica” y otra parte de culpa la tenemos los profesionales y los organismos y gremios que aglutina a nuestra clase, que no aplican medidas correctivas ante este despreciable mal, y la otra parte corresponde a los dueños y funcionarios de medios que convierten la ardua actividad periodística en pura mercancía, enmarcando la información en la mesa de ofertas y demandas, haciendo que impere la entelequia, morbosidad, la violencia, el desafuero, la impunidad, lo sensacionalista, lo escandaloso. Irrespetan el trabajo cercenando y envileciendo la información, acomodándola a intereses espurios.
Nuestros tiempos demandan de un ejercicio periodístico ejemplarizante, serio, honesto, acucioso, valiente y responsable.
¡! Feliz día!! Colegas Periodistas
LIC. FÉLIX GONZÁLEZ
Montecristi, R. D.
5 abril 2008