Soledad Alonso Durán (Escuela Latinoamericana de Medicina)
SANTO DOMINGO.- Hablar de Cuba es hablar de Revolución. Revolución-Cuba, Cuba-Revolución. Dos palabras que unidas definen un concepto que traspasa lo abstracto para definirse en realidades de éxitos y tareas pendientes.
En principio, cuando me trasladé a Cuba para empezar la carrera de medicina, todo parecía al revés. De repente, al salir del Aeropuerto José Martí y adentrarme en las calles de La Habana camino a Baracoa, donde está ubicada la ELAM, habían desaparecido de mis ojos los grandes letreros comerciales y el bullicio de una ciudad tan caótica como Santo Domingo. Ahora los carteles decían “Patria o Muerte”, “Venceremos”.
Han debido pasar casi tres años para aprender a entender el espíritu de aquellos carteles. No son simples consignas: definen la esencia de un pueblo que a lo largo de 50 años ha tratado de trillar un camino propio, con dignidad y coraje, aislado al principio, receptor hoy día de la solidaridad y admiración de los pueblos del mundo.
Si bien es cierto que Cuba no es la sociedad perfecta que aprendimos a conocer en función de la sociedad occidental- capitalista, mucho más cierto es que los 50 años de Revolución han colocado a ese país en un sitial que, por sus logros sociales, muchos países incluso desarrollados bien quisieran exhibir.
Logros de la Revolución
Es en el terreno social donde Cuba puede exhibir sus mayores logros, con los que supera a los países latinoamericanos y a muchas de las naciones más desarrolladas del mundo.
Aunque parezca repetitivo, muy pocos se atreven a negar que en Cuba la educación y la salud pública han alcanzado estándares envidiables, así como la asistencia social, principal arma para impedir que se den situaciones de pobreza extrema.
Un ejemplo lo puede ser un barrio ubicado en la margen occidental del río Almendares, al lado de la Brigada Especial del Ejército, en El Vedado.
A pesar de vivir en casas muy humildes, esta gente asegura no sentirse pobres y asumen una actitud de defensa a la revolución que se nota espontánea, a pesar de las precariedades visibles. Destaca el servicio mundial de la BBC de Londres, que en Cuba “el Estado se hace cargo de esas familias, entregándoles dinero extra, módulos de alimentos, ropa y también muebles.
En los casos en que haya personas impedidas física o mentalmente se llega incluso a pagar un salario para que reciba los cuidados necesarios”.
La Red Social cubana ha logrado que en el país no se vean los tristemente famosos “niños de la calle”, pues el Estado se encarga de los huérfanos e hijos de enfermos mentales o personas que guardan prisión.
Desde las 7:30 de la mañana y hasta las 4:00 de la tarde todos los niños y adolescentes van a la escuela de forma gratuita, alimentación y libros incluidos, con sus horas de deporte y ejercitación física obligatorias. Los estudios universitarios son gratuitos, con un “todo incluido”.
Se ha prohibido el desalojo y hoy día más del 80 por ciento de los cubanos son propietarios de sus viviendas.
Se plantea una nueva reforma urbana, a pesar de la crisis mundial, que ampliaría el número de propietarios.
Cuba ante Hanna
Ante la recién pasada temporada de huracanes, Cuba dio ejemplo de organización social ante los fenómenos naturales. Fay, Ike, Hanna y Gustav impactaron en sus momentos a la isla, de Norte a Sur, de Este a Oeste, y dejaron un saldo de más de 10 mil millones de dólares en perdidas materiales y solo cuatro vidas, unas de ellas perdidas producto de las mismas víctimas que no cumplieron con la orden de evacuación.
Ante los fenómenos naturales, todo el aparato cubano se pone al servicio de la Defensa Civil, lo que permite, como sucedió con los citados meteoros, movilizar en cuestión de 48 horas a casi un millón de personas a lugares seguros, animales y víveres e incluso algunos objetos de valor como lo son refrigeradores con ellos.
La salud
El sistema de salud de Cuba se compone del médico de familia, que vive en la misma cuadra, el policlínico u hospitalito del barrio; el hospital de la zona y los institutos especializados.
Todas las atenciones son gratis, pero hay farmacias para en los que se pueden adquirir cuestiones básicas como calmantes, jarabes y otros, que sí debe comprarlo la población si lo desea fuera del tratamiento médico, que aún así son extremadamente baratos.
Gratis son también los tratamientos del más sencillo dolor de cabeza hasta el VIH/ SIDA, así como la odontología, cirugía reconstructiva o estética y el trasplante de órganos.
Esta política le ha permitido a la Revolución exhibir logros como el hecho de que sólo Canada tiene un nivel más bajo de mortalidad infantil: 5 muertes por cada mil niños nacidos vivos, mientras que la esperanza de vida para las mujeres es de 80 años y para los hombres 76. Revolución solidaria
Cuando la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología nos convocó a un grupo de becarios a la cuarta planta del antiguo edificio del Indrhi para hablarnos sobre nuestra salida a Cuba, la delegación de la isla nos dijo que Cuba no tiene nada que dar, solo la solidaridad, y que el hecho de ser beneficiario de una beca significa que un cubano se quita un bocado para compartirlo con nosotros.
Al principio parecía exagerado, pero no.
A raíz de los huracanes que azotaron la isla, los más de 12 mil estudiantes extranjeros, desde África a Estados Unidos, de República Dominicana a Bulgaria, corrieron rumores de que probablemente se nos daría vacaciones forzadas hasta que la isla se recuperara.
Sin embargo, el espíritu solidario de la Revolución cubana se impuso. El trabajo mancomunado de un pueblo ha hecho que los anaqueles vacíos de viandas y víveres hoy comiencen a lucir abastecidos, como muestra de que es posible la recuperación sobre la base de la lucha y organización de un pueblo.
Las autoridades entendieron que la revolución no podía cortarnos la posibilidad de recibir una educación de excelencia académica y a pesar de las precariedades han seguido acogiéndonos, sin exigir nada a cambio.
Como estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, recibimos de forma gratuita la educación misma, techo, alimentación y los útiles escolares. Ellos quisieran dar más, pero no pueden.
DE VACACIONES EN MI PATRIA
Luego de casi tres años ausente he vuelto a mi país de vacaciones.
Cuando salimos del Aeropuerto, le comentaba a mi padre, Rafael Alonso, que me hacían falta la bulla, los letreros, la gente vendiendo periódicos, los coqueros, en fin todo, hasta los limpiavidrios en los semáforos. He vuelto al caos. A la realidad de una noche buena donde unos celebran y otros se matan por una cajita con ron de cualquier calidad y unas uvas y pollo que ofenden la dignidad humana, aunque necesaria para que el 24 en la noche la mesa no estuviera vacía.
Cinco asesinados por la Policía en el parque Mirador Sur, tres ahora en Puerto Plata, una joven profesional muerta aparentemente por la violencia machista, y sin embargo todo está bien…, aunque el agua aparezca de cuando en vez y la luz va y viene dentro de la mejoría navideña.
Casi a la hora de mi regreso a La Habana, medito. Es probable que no mire a la Revolución Cubana como hasta hace unos días: mis ojos y corazón están aprendiendo el lenguaje de la solidaridad, del trabajo arduo, de la sensibilidad.
Comentaba que al principio no comprendía las consignas de “Venceremos”, “Hasta la Victoria Siempre”.
Son un escudo en contra de las agresiones externas e internas, de las traiciones vividas desde adentro en estos 50 años de Revolución cuyo objetivo son mantener en alto la moral colectiva. Hablando con amigos y familiares sobre mi experiencia en la Escuela Latinoamericana de Medicina, les decía que en sentido general he madurado muy positivamente.
Ya no soy la Soledad que se fue hace casi tres años, hoy yo soy otra Soledad.
(11 de enero 2009).