Artículo de Fondo

"Pellizcame que estoy aturdido".
Por Alberto M. Pulido.

Al actor cubano Carlos Otero parece que la vida quiere jugarle una mala pasada. Según sus cálculos iniciales todo le iría viento en popa y a toda vela cuando decidió romper con la Isla para establecerse en Miami. Dio por sentado que siendo poseedor de un aval profesional reconocido y exitoso en la TV Cubana, nada ni nadie podía interferir en su futuro promisorio.

A su llegada a Miami, el show man cubano lanzó las consabidas declaraciones en contra del régimen de La Habana. No podía ser de otra manera y él no sería la excepción. De antemano ya había aprendido el guión para su actuación como detractor del sistema cubano. Una vez cumplido con ese ineludible "requisito" pudo echarse al bolsillo su contrato con el Canal 41 de América TV para comenzar a vivir el sueño americano.

Pero sucedió lo que no pudo calcular ni siquiera imaginar en su mente avispada: el cortocircuito financiero iniciado en Wall Street viene propagando un incendio económico de proporciones catastróficas que ha puesto a todo el mundo en jaque y al que nada ni nadie puede escapar sin tomar urgentes medidas excepcionales.

Como consecuencia de ello, la industria de la publicidad de los Estados Unidos ya sufre una de las peores crisis en toda su historia y para tratar de sobrevivir ha tenido que dar un buen apretón a su cinturón, aunque seguramente tendrá que dar otros más. Y como por efecto de dominó ya ha tenido, tiene y no hay duda que tendrá un impacto dramático en los medios de comunicación de Miami, cuya situación actual es parecida a la de un paciente hospitalizado en sala de cuidados intermedio con pronóstico clínico reservado.

Tal es el caso del Canal 41 de América TV que viene enfrentando pérdidas insostenibles y que para tratar de sortear la candela ha tenido que recurrir a recortes de sueldos y a suspender parte de su programación dejando fuera de nómina a un buen número de sus artistas. Pero no todo es desgracia para ellos, la buena noticia es que su competencia, el Canal 22 de Mega TV, se encuentra en la cama de al lado en la misma sala de cuidados intermedio con idéntico pronóstico.

Como empleado de América TV, Carlos Otero ya ha visto las barbas de sus vecinos arder y no le queda otra alternativa que poner la suya en remojo. Y él sabe que debe hacerlo rápido.

Una fuente bien conectada a ese medio, nos comentó que las ganancias del actor cubano por la conducción de su estelar Pellizcame que estoy soñando ni siquiera se acercan a las que le prometieron inicialmente, sintiéndose engañado en los términos del contrato.

Y no sólo eso. También está bajo fuerte presión, pues su contrato debe culminar en los primeros tres meses de este año si no cumple su compromiso de "captar" a otras figuras de la farándula en la Isla que posibilite al programa aumentar el raiting o de lo contrario, puede irse a bolina y con el Carlos Otero. Su lista personal, colegiada con los directivos del canal, incluye a reconocidas figuras como Antolín El Pichón, Ulises Toirac, Alberto Pujol, Geonel Martínez (Gustavito), Omar Franco, Churrasco y otros vinculados a programas de entretenimiento en la TV Cubana.

Lo anterior no es para nada algo nuevo ni mucho menos insólito. Es harto conocido que en Miami el sentido común ha estado secuestrado por el sector de la ultraderecha cubano-americana que lo ha manejado, por décadas, a su antojo y conveniencia. Conocedores de esta situación no han faltado programas en la TV local de Miami, especialmente en los canales 41 de América TV y el 22 de Mega TV - enzarzados en una feroz competencia en la que han estado ausente los principios de la objetividad, la ética y la transparencia- que no han escatimado esfuerzos ni recursos para aumentar el raiting de sus programaciones sobre la base de una sistemática campaña difamatoria contra Cuba.

En esos programas hemos podido ver de todo. Desde un supuesto "experto" que luego de haber roto con el régimen aparece hablando sobre la existencia de un programa ultra secreto de armas biológicas ofensivas desarrollado por La Habana, pero que nunca ha podido ser verificado de manera independiente ni se han apreciado señales de inquietud en el gobierno norteamericano. Hasta algún que otro ex agente de la inteligencia cubana – el más asiduo es un gordo al que llaman jocosamente el "agente Butifarra"- que siempre dejan la sospecha de exagerar sus conocimientos o incluso su cercanía a las esferas de poder en Cuba para así garantizar el cobro por su presencia en la TV local.

Pero esos y otros analistas de guaraperas lo que han logrado es el efecto contrario, debido a que no sólo han dañado la credibilidad de esos canales de TV sino que también han contribuido a la caída en picada de los raitings, pues todo el mundo sabe que esos personajes de pacotillas lo que persiguen es vivir del cuento para asegurarse su futuro.

En fin, que la situación en esos medios de la TV local de Miami está fea y, peor aún, nadie sabe a dónde puede ir a parar. Y esto Carlos Otero comienza a sufrirlo al punto de sentirse atolondrado y con serias dudas sobre su futuro luminoso en la American Live. No por gusto Otero recientemente le suplicó a un socio: Pellizcame que estoy aturdido.

Fin.