El Torito recibió un reconocimiento por sus 20 años en la música. Sin aparataje de seguridad, cantó entre las mesas a quienes estaban de cumpleaños.
Santiago.-Las reservaciones se agotaron temprano. Los Líderes de
Los Líderes calentaron la pista con la buena dosis de calidad en el género típico que les caracteriza. Bericlito, el manager, iba de un extremo a otro procurando que todo caminara a la perfección.
Banda Real, agrupación dueña de la estatuilla de los Premios Casandra en el renglón típico, hizo valer la música de tierra adentro durante casi dos horas. Estrofas tradicionales, un préstamo de “El Farolito” de Juan Luis Guerra y una ñapa para satisfacer el ruego del público minutos antes de las dos de la madrugada, resume su gozada participación en la fiesta donde Máximo Rodríguez, en nombre del personal de Montebar, les entregó una distinción por sus aportes a la música típica. El empresario destacó el estilo de la agrupación que ha marcado un antes y un después en el ritmo.
Los reconocimientos de la noche los motivaron los jóvenes Dj Joseph
En la pausa, mucha gente intentó y logró hacerse fotos con los muchachos de Banda Real. Entrada la madrugada, Héctor Acosta, El Torito, continuó la celebración que hizo suya con temas como: Si tú estuvieras, Loca conmigo, Sigo siendo yo, Llegó tu marido negra, A pasito lento, Quizás sí, quizás no, Si nos dejan, el popurrí de clásicos de merengues de los ochenta con “Margarita me quiere gobernar”, entre otras.
Vestido de gala, el artista nativo de Bonao, siempre tuvo el público y sus flashes encima. Sudaba pero no dejaba de moverse en distintos costados del escenario hasta que decidió bajar y cantar entre las mesas, a merced de la gente. En Montebar, interpretó merengues clásicos, bachata y rancheras. En la lista incluyó el arreglo en bachata de “Me llamas” composición de José Luis Perales y en onda ranchera “
La entrega de la placa de parte de Máximo Rodríguez en nombre del personal de Montebar fue un momento cumbre y especial. “Por la miel de su humildad, ser símbolo de calidad y poner el merengue en un sitial de prestigio, en sus 20 años de carrera artística”, rezaba el cuadrante rojo estampado del ícono de Montebar. El empresario destacó la humildad del artista que “sabe llamar para saber cómo está la salud del amigo”.
Sin quitarse los lentes, El Torito agradeció el gesto, miró al público y preguntó quiénes estaban de cumpleaños. Su manera de agradecer fue genuina, muy a su estilo. Se bajó del escenario y caminó, micrófono en mano, entre las mesas para halagar, de forma cercana, a un público devoto de su carisma, su don de gente y sus canciones.
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Besa sueños. Alto, violencia. Olvida nostalgias. Amasa esperanzas.