El fenómeno Cuba en Ginebra

Fausto Triana, enviado especial
Ginebra, 6 feb (PL) Una lógica empírica serviría para preguntarse las razones que convierten a Cuba en un protagonista de lujo en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas, con un respaldo significativo a sus postulados.
Texto íntegro del Informe de Cuba al Consejo de Derechos Humanos
Para llegar a las respuestas se requieren de varios análisis, pero la extensión es un pecado capital en un concierto mediático que no siempre tendría la frialdad de resaltar, como debiera, el éxito del Examen Periódico Universal (EPU) de la Isla.
Son 16 las delegaciones que pasarán el EPU del CDH en Ginebra hasta el 13 de febrero, pero ninguna –y esta es una verdad absoluta-, despertó tantas expectativas y entusiasmo como el informe cubano.
Se inscribieron más de un centenar de naciones para emitir sus criterios, la sala XVII del Palais de Nations se mantuvo repleta y por primera vez las autoridades de la ONU marcaron el territorio para el palco de prensa.
Algunos elementos aislados soñaban con volver a las prácticas de la desacreditada Comisión de Derechos Humanos, suplantada por el actual Consejo, y se vieron amargamente sorprendidos al constatar que los tiempos cambian.
A falta de tiempo, solo pudieron usar de la palabra 60 países, 51 de los cuales encomiaron los logros de Cuba en educación, salud, emancipación de la mujer, proyectos sociales y culturales, y sobre todo, su vocación altruista de solidaridad internacional.
La mención al bloqueo de Estados Unidos fue casi una constante en los oradores, aceptado como asunto vital que ha perturbado el desarrollo de la Mayor de las Antillas.
Una frase de la ministra cubana de Justicia, María Esther Reus, quedó grabada en el escenario:
"Aceptamos todo tipo de diálogo con la tónica del debido respeto y la transparencia, pero rechazamos que se use el tema de los derechos humanos con fines injerencistas para atentar contra nuestra independencia y soberanía".
En una pantalla gigante podían verse a las comitivas registradas para expresar sus opiniones. No era complicado anticipar cuáles iban a repetir la misma fraseología del pasado, todos pertenecientes a los países desarrollados.
Tampoco ninguno de ellos pudo prever que Sri Lanka terminara su emotiva intervención con un Hasta la Victoria Siempre que rompió el sopor diplomático con una sonada ovación.
De todas formas, los grandes monopolios de la información se encargarían de silenciar hechos tan evidentes para dedicarse, como es habitual, a hurgar en los supuestos lunares. Tal vez sería interesante que los medios occidentales pasaran alguna vez su EPU.

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