DESDE MI TRINCHERA

¡Adiós Yito!

Félix Jacinto Bretón

La Trinchera del pasado sábado la finalizamos con la promesa de que hoy continuaríamos contando lo que ocurrió el fin de semana último en Montecristi, donde estuvimos inaugurando a “Cuba en imágenes”, la muestra fotográfica itinerante que, con rotundo éxito, la montamos en Casa de Arte el 26 de julio y que continuará hacia Dajabón el 10 de noviembre, cuando concluya en la Ciudad del Morro.



Pero, con el perdón de los/as lectores/as de esta columna y del Comité Montecristeño de Amistad y Solidaridad con Cuba, este relato lo continuaré más adelante ya que los sucesos registrados en mi comunidad de origen, el martes último, me obligan a cambiar de tema.



Pero es que digo como Milanes: La vida no vale nada/cuando a otros los están matando/y yo sigo aquí cantando (escribiendo) /cual si no pasara nada.



El martes 12 de octubre pudo haber sido un día como otro cualquiera en La Reina y zonas aledañas. Sin embargo el irraciocinio, la bestialidad, la intolerancia, la cobardía y el salvajismo provocaron que fuera diferente.



Esa mañana la comunidad estaba en calma relativa, pues no había movimiento de protestas en la calle. Por lo tanto, no se registraban lo que algunos llaman “alteración del orden”. En Limonal, de Licey, donde se había convocado una paralización, el ambiente si era diferente.



Pero desde Moca llegaron con sus rostros encapuchados -al estilo Colombia o Méjico- los asesinos de los SWATS accionando sus mortíferas armas “cuales Rambos”, arrancando la valiosa existencia de Alfredo Antonio Gómez Núñez (Yito), un joven estudiante de 28 años y padre de dos hijos. Tres personas más fueron alcanzadas por disparos.

Como bien lo aseguró el Movimiento Popular Dominicano (MPD) en una nota de protesta: La mano macabra del crimen político, con orden expresa, buscó de forma selectiva su cabeza y cayó sobre un charco de sangre apagando para siempre el impulso vital, su energía, la sonrisa, el amor y la inteligencia, motivos esenciales de su ser.

La columna EL ASCENSOR, de este diario, correspondiente al miércoles 13, titula: “Agentes de los SWAT ejecutan estudiante” e indica “que esta acción policial lleva luto, dolor y tristeza la comunidad. La mentalidad criminal de muchos agentes de la PN se convierte en una seria amenaza para la tranquilidad, la paz social y la vida humana”.

Yito cayó “en un intercambio”, dice la Policía. Pero lean esto: Cuando regresábamos del cementerio del 11, tras el enterramiento del estudiante, unos jóvenes avanzaban delante y se colocaron en el puente sobre el río Licey. De repente se escucharon repetidos disparos de armas de fuego. Eran efectivos policiales que se parapetaron en los alrededores y dispararon indiscriminadamente sin que existiese ningún motivo.

La cabeza la pongo encima de una piedra -para que me la machaquen o para que me la corten con el filo de un colin “vaciado”- que si alguien hubiese resultado muerto o herido allí, de inmediato la Policía iba a salir diciendo “que se trató de un intercambio de disparos” y que “se vio obligada a responder” porque fue “agredida” por manifestantes.

Y fui testigo de esa acción. Los jóvenes ni siquiera se daban cuenta de que en los alrededores habían agentes agazapados, como la hiena o como los buitres, para cobardemente disparar sus armas, como lo hicieron con Yito, al que segaron la vida cobarde, miserable e indefensamente.



Al final recuerdo otra vez a Milanes: La vida no vale nada/si ignoro que el asesino/cogió por otro camino/y prepara otra celada. Creo que las palabras son innecesarias y no vale la pena seguir emborronando cuartillas. Adiós Yito.



Hasta la victoria, siempre ¡seguimos en combate!