Le afectó indefinición sobre con cuál de las dos mujeres que tenía se quedaría
CAÑONGO, Dajabón. Agobiado porque no podía definir con cuál de dos mujeres que tenía debía permanecer y con serias dudas en torno a su responsabilidad del embarazo de una de ellas, un chofer de patanas decidió acabar con su vida haciéndose un disparo en la sien derecha.
Para disponer de su vida, Leovigildo Peña, de 33 años, utilizó una pistola que había tomado sin permiso de uno de sus compañeros de trabajo apodado Selly.
Peña, quien vivía aquí con su madre, Carmen Blanco, en un callejón de este lugar, se encerró en la habitación y se disparó acostado en la cama en pantaloncillo.
La detonación fue escuchada por sus tres hijos, que estaban en otra parte de la vivienda.
Se dijo que al momento de tomar la decisión se comunicó por teléfono con la propietaria de una cafetería del Cruce de Copey, de nombre Margarita, en medio de cuya conversación se disparó.
Al lado del cadáver fue encontrada una carta manuscrita que dejó dirigida a una de sus mujeres conocida como Vierka, con quien vivía en la comunidad Judea Nueva, de Montecristi.
Uno de los párrafos de la misiva dice: “Mi amor, perdóname por lo que voy hacer pero tu sabes que te amo y no puedo vivir sin ti. Dios sabe por qué lo hago y me perdonará, el embarazo que tienes ningunos sabemos si es mío o de Titico”.
Desde hacía algunos meses la pareja estaba separada y ella es la madre de dos de los tres hijos del chofer de patanas.
La otra amante de Peña vive en la comunidad Copey, de Manzanillo, en Montecristi.
En relación a la pistola Arco, con la que dispuso de su vida, las autoridades establecieron que es propiedad de otro chofer de patanas sólo identificado como Selly y que su permiso estaba vencido, ahora el arma está en poder de la Policía de Montecristi.
(Fuente: El Nacional)