Félix González
ANTECEDENTES
Hoy, 16 de enero del 2013, se cumple el 169
Aniversario de la proclamación del Manifiesto de la Parte Este de la Isla de
Santo Domingo, un importante acontecimiento histórico que generó un conjunto de
acciones en procura de lograr la separación del territorio dominicano del haitiano,
finiquitando así su oprobiosa ocupación.
Por espacio de 22 largos años y 18 días, se
extendió la ocupación del dominio haitiano sobre la parte Este de la Isla
Hispaniola, que hoy constituye el territorio dominicano.
El 9 de febrero de 1822, las tropas del
entonces temible ejército haitiano, comandado por Jean Pierre Boyer, iniciaron
la ocupación del territorio dominicano, siendo esta la tercera ocasión que los
haitianos invadían nuestra parte Este de la Isla, la que concluyó 22 años más
tarde, el 27 de febrero de 1844, con la proclamación de la Independencia
Nacional.
Pese a que en las anteriores invasiones
haitianas, el ejército de aquel vecino país resultó derrotado, algunos
historiadores destacan que esa tercera ocupación se produjo sin derramamiento
de sangre, siendo aceptada pacíficamente por la población que no ofreció
resistencia al ejército invasor, debido quizás al terror que habían infundido las invasiones
haitianas anteriores. Se evidenció la
superioridad del ejército haitiano, mientras la
pasividad puso de manifiesto la debilidad general de los dominicanos en todos
los aspectos.
CAIDA DEL REGIMEN DE BOYER
Cuando estalló la noticia del derrocamiento del
presidente Boyer, por parte del movimiento La Reforma, comandado militarmente
por Charles Herard, los sectores que conformaban a la parte Este de la Isla
(más tarde República Dominicana) que estaban opuestos al régimen de Boyer
comenzaron a movilizarse conforme a los intereses de clase que cada uno
representaba. Tales hechos se produjeron desde los primeros días del año 1843.
En la postrimería de ese año existían en la parte Este tres movimientos
separatistas, los cuales eran: los conservadores, liderados por José Joaquín
Puello y Tomás Bobadilla, conformado por miembros del partido “boyerista”. Otro
movimiento eran los anexionistas que aspiraban a la separación a través de la anexión a una de las tres
potencias de ese entonces: España, Inglaterra y Francia. Los que deseaban la
anexión a Francia se les conocía como los “afrancesados”. Mientras que los Trinitarios, dirigidos por
Juan Pablo Duarte, se les conocía también como los “liberales”, y su objetivo
era la creación de una nación libre e independiente de toda dominación
extranjera.
Charles Herard, montó un macrabro plan de persecución y encarcelamiento de los
trinitarios, lo que obligó a Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandro Pina y Juan
Isidro Pérez, poner en ejecución una serie de medidas alternativas para salvar
sus vidas, optaron por el ostracismo embarcándose hacia Venezuela para evadir
la persecución. Ante la ausencia de estos, quedaron al frente de los
Trinitarios Ramón Matías Mella (quien recientemente había sido excarcelado),
Vicente Celestino Duarte y Francisco del Rosario Sánchez.
EL MANIFIESTO DEL 16 DE ENERO
El día de Año Nuevo del año 1844, los afrancesados
bajo la dirección de Buenaventura Báez y Manuel María Valencia, se adelantaron
y lanzaron su manifiesto, justificando sus pretensiones de la separación de
Haití para ampararse bajo la protección de Francia.
16 días más tarde de ese hecho, es decir
el 16 de enero de 1844, en ausencia de Duarte, los trinitarios se apresuraron a
emitir la célebre Manifestación de los pueblos de la parte Este antes Española
o Santo Domingo, sobre la causa de su separación de la República Haitiana.
En dicho documento, los Trinitarios expresan su firme resolución de
separarse definitivamente de la República Haitiana, consideraron que cuando en
febrero de 1822, la parte oriental de la isla, cediendo tan sólo a la fuerza de
las circunstancias, aceptó recibir el ejército del general Boyer como
amigo, éste faltó a las promesas que le sirvieron de pretexto para
ocupar el país e instauró una tiranía que por espacio de 22 años subyugó a los
dominicanos.
El manifiesto del 16 de enero de 1844 fue un grito de libertad por los que ya
se consideraban dominicanos y un llamado a sacrificarse por la patria que
ya habían ideado. Ese grito vigorizó el espíritu nacionalista y deslumbró la
tea de la Independencia Nacional, proclamada 11 días más tarde.
Este documento fue una especie de pre-constitución,
donde se establecía la división política de la naciente República Dominicana,
que sería del siguiente modo: El territorio de la República Dominicana, estando
dividido en cuatro provincias, esto es: Santo Domingo, Santiago o Cibao, Azua,
desde el límite hasta Ocoa, y Seibo, su gobierno se compondrá de un cierto
número de miembros de cada una de esas provincias a fin de que participen de
tal suerte y proporcionalmente a su soberanía.
También se contempló el establecimiento de un
gobierno provisional que se compondría de una Junta de once miembros
elegidos en el mismo orden. Esa Junta tendría en su mano todos los poderes
hasta que se redactase la Constitución del Estado. Además, estaba en poder de
esa Junta nombrar el jefe supremo del ejército que se encargaría de proteger la
frontera y conservar la libertad e independencia adquirida.
El contenido fervoroso del manifiesto del 16 de enero de 1844, del que hoy se
cumple el 169 Aniversario, termina con este patriótico llamado o arenga:
¡Dominicanos! ¡A la unión! Se presenta el momento más oportuno. De Neyba a
Samaná y de Azua a Montecristi las opiniones son unánimes y no hay un solo
dominicano que no grite con entusiasmo: ¡Separación,
Dios, Patria y Libertad!